Iniciativa que busca fortalecer la seguridad hídrica.
Expertos coinciden en la necesidad de utilizar de manera sostenible el agua subterránea de la región Metropolitana.

  • La Región Metropolitana posee un embalse natural de aguas subterráneas con profundidades de hasta 600 metros y, según expertos, con un volumen total de 21.900 Hm3, equivalente a casi 100 embalses El Yeso, infraestructura de la que depende el abastecimiento de agua potable y riego de la zona.
  • El sistema de balsas de infiltración es un método que permite recargar los acuíferos en temporada de lluvias o de altas crecidas para no perder los niveles naturales de aguas subterráneas.

El cambio climático con su consecuente sequía de 14 años y los fenómenos meteorológicos extremos como los causantes de aluviones hacen necesario buscar soluciones de largo plazo que permitan adaptarse a la nueva normalidad y responder a la creciente demanda hídrica de la Región Metropolitana aplicando iniciativas conjuntas que incorporen innovación para explorar nuevas fuentes de agua como las de origen subterráneo.

Gabriel Caldes, consultor de gestión hídrica del BID y Fundación Chile y autor del libro “La industria sanitaria en Chile de cara al siglo XXI”, opina que este tipo de soluciones “son efectivas desde el punto de vista de la conservación de los ecosistemas y de la gestión hídrica”, siempre que se sea cuidadoso con la calidad del agua que se infiltra para no dañar la napa.

En esa línea y, dado el comportamiento que el río Maipo ha presentado estos últimos años en términos de volumen de caudal, la utilización de aguas subterráneas no sólo permitiría contar con reservas para la sequía, sino que considera la recarga del acuífero mediante balsas de infiltración que administran los excedentes de agua de períodos de abundancia para aprovecharla en tiempos de escasez, recargando constantemente los embalses subterráneos, ya sea con agua de lluvia o bien, proveniente del flujo constante del río. “Su construcción implica movimientos fuera de los cauces para permitir la infiltración y el retiro del sedimento acumulado”, explica Luis Baertl, presidente de la Junta de Vigilancia del Río Maipo (JVRM), Primera Sección.

Baertl pone como contexto que la capital ha triplicado su población, mientras el recurso decrece, por ello tiene la convicción de que el camino para la seguridad de abastecimiento hídrico es la gestión integrada de la cuenca de Santiago, junto a un trabajo colaborativo público y privado donde el desarrollo de infraestructura y tecnología estén presentes. “Lo importante para aplicar este tipo de obras es trabajar de manera consensuada entre los distintos usuarios del río. Es muy importante incorporarlos a todos en la toma de decisiones”, opina, por su parte, Caldes.

“Estamos seguros de que, si trabajamos colaborativamente con todos los actores, podríamos llevar a cabo de manera sostenible la utilización de aguas subterráneas, beneficiando a toda la población de la Región Metropolitana, enfatiza el directivo

Cómo funcionan.

El acuífero de la Región Metropolitana constituye una fosa común interconectada, que forma un embalse natural de aguas subterráneas, con profundidades locales de hasta 600 metros y un volumen total de agua almacenada de 21.900 Hm3, equivalente a casi 100 embalses El Yeso, según indica el estudio “Resiliencia histórica del acuífero de Santiago 1965-2021”, elaborado por la consultora de ingeniería hidráulica, Hidrogestión.

Las balsas de infiltración son infraestructuras que se construyen superficialmente y operan de la siguiente forma: Las primeras balsas van captando el agua con todos los sedimentos que acarrea el río. Mientras el agua turbia fluye, la infiltración es baja o nula, pero mientras avanza hacia las balsas subsiguientes, el agua va decantando por lo que discurre con menos sedimentos, es ahí donde realmente se realiza la infiltración.

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Para una buena implementación se requieren trabajos de control y seguimiento que permitan cuantificar los flujos de entrada y de salida, siendo la diferencia entre éstos la mayormente infiltrada.

La recarga por infiltración es una técnica de gestión de recursos hídricos que ya se ha aplicado con excelentes resultados en el Valle del Aconcagua, al igual que en países como Portugal, España, y Grecia. La construcción de baterías de balsas es una obra sencilla con una inversión menor comparada con otras infraestructuras.

“Ya hemos tenido algunos acercamientos con la autoridad sobre la prioridad de avanzar en proyectos que otorguen seguridad hídrica para toda la ciudad, tanto para el consumo humano como para los distintos sectores productivos”, explica Baertl.

“Sin duda es un método muy eficiente, porque en vez de dejar que las aguas escurran y vayan al mar, se está volviendo a incorporar al acuífero. Es como adicionar un embalse, pero sin la necesidad de construirlo y sin los 15 años que demora hacerlo”. “Lo importante es hacer un buen estudio de suelo para determinar qué nivel de infiltración tiene. Es una metodología que tiene la ventaja de ser mucho más económica que otras existentes”, concluye Caldes.