- En un contexto de creciente escasez hídrica, las grandes urbes han implementado soluciones para garantizar el acceso sostenible al agua, algunas de las que ofrecen lecciones valiosas para enfrentar los desafíos que vive la cuenca del río Maipo.
Las grandes ciudades alrededor del mundo, especialmente aquellas ubicadas en regiones semiáridas como Santiago, enfrentan una creciente crisis en torno a la gestión hídrica, exacerbada por los efectos del cambio climático y el crecimiento urbano descontrolado, entre otros factores. La Región Metropolitana, que concentra el 42% de la población del país, gran parte de la actividad industrial y una histórica tradición agrícola; se ve cada vez más desafiada por la escasez de agua y la necesidad de implementar soluciones integrales y sostenibles.
Si bien, estos últimos dos años se han caracterizado por el regreso de las lluvias y temporadas de riego con agua suficiente, se ha hecho evidente la necesidad de ampliar las medidas para asegurar la disponibilidad futura, sobre todo considerando que, de acuerdo con los expertos, la sequía no se ha terminado y el país debe estar preparado para distintos eventos climáticos que amenazan la disponibilidad hídrica.
Entre las ciudades que han sufrido de sequías, amenazando críticamente la disponibilidad de agua para su población y actividad productiva, se encuentran Ciudad del Cabo, Sudáfrica, Melbourne, Australia; Bogotá, Colombia; Barcelona, España; y Los Ángeles, Estados Unidos.
La modernización de su infraestructura hidráulica, diversificación de fuentes de agua, recuperación de acuíferos y la búsqueda constante de la eficiencia en la gestión son parte de las principales medidas que han impulsado estas grandes urbes.
Melbourne, una ciudad con más de 5 millones de habitantes, fue azotada por la Gran Sequía que afectó al país a principios de los 2000. La ciudad adoptó estrictas medidas de conservación y gestionó eficientemente sus recursos, logrando reducir el consumo de agua per cápita de manera significativa. Junto con ello, avanzaron hacia la diversificación de sus fuentes a través de la construcción de plantas desalinizadoras y el reúso de aguas residuales.
Por su parte, Ciudad del Cabo, con más de 4 millones de habitantes, estuvo al borde de convertirse en la primera gran ciudad en quedarse sin agua potable durante la crisis del Día Cero en 2018. En ese contexto, mejoraron la infraestructura de captación de aguas pluviales, implementaron restricciones de uso, junto con promover la reutilización de agua. Además, se adoptaron programas de ahorro a nivel industrial y residencial.
Bogotá, ciudad que alberga alrededor de 8 millones de habitantes, enfrenta desafíos hídricos derivados del rápido crecimiento urbano y la sobreexplotación de fuentes de agua. La ciudad depende principalmente de los páramos circundantes, ecosistemas claves para el almacenamiento y regulación del agua. Para protegerlos, Bogotá ha implementado políticas de conservación y reforestación de estas zonas, así como la mejora en la infraestructura de acueductos y alcantarillados. Además, ha apostado por el fortalecimiento de programas de uso eficiente y ahorro del agua en el sector doméstico y agrícola.
Barcelona, cuya área metropolitana cuenta con 5 millones de habitantes, ha implementado un conjunto de medidas innovadoras para gestionar la escasez hídrica. Junto con la construcción de plantas desalinizadoras, que le permite diversificar las fuentes de abastecimiento de la ciudad, ha apostado por la reutilización de aguas residuales tratadas para el riego y otros usos no potables. También ha impulsado la modernización de la infraestructura de distribución para reducir las pérdidas de agua, promovido campañas de concienciación y educación ciudadana sobre el uso eficiente del agua e implementado políticas de ahorro tanto a nivel doméstico como industrial.
En Los Ángeles, una urbe con cerca de 4 millones de habitantes, la escasez de agua se combate a través de un sistema de fuentes diversas. Aunque gran parte del agua proviene de fuera de la ciudad, Los Ángeles ha invertido en la recuperación de acuíferos contaminados y la expansión del reciclaje de agua. Actualmente, la ciudad busca reducir su dependencia de fuentes externas como el Río Colorado, implementando soluciones locales como la recarga de acuíferos y la recolección de aguas pluviales.
Desafíos de la cuenca del río Maipo
Chile es uno de los países más afectados por los efectos del cambio climático. La zona central experimentó una sequía que se extendió por más de una década. El río Maipo, por su parte, se encuentra entre los ríos con más estrés hídrico del mundo. En este contexto “es importante valorar la importancia de una gestión hídrica eficiente, porque a pesar de estos factores, la población urbana de la región metropolitana no ha experimentado grandes restricciones en el uso de agua en los últimos años” detalla Luis Baertl, presidente de la Junta de Vigilancia del Río Maipo primera sección.
Sin embargo, plantea que “la región enfrenta el desafío urgente de planificar integralmente para enfrentar la disponibilidad de agua en el futuro próximo. Los últimos dos años, con abundante lluvia que ha propiciado una adecuada cantidad de agua para los distintos usos, no debe ocultar la realidad climática que vivimos y por eso es fundamental avanzar hacia medidas que permitan adaptarse al escenario climático mediante la construcción de nueva infraestructura, la diversificación de fuentes de agua y la innovación tecnológica” puntualizó Baertl.
Agregó que “las experiencias internacionales muestran que es posible enfrentar la escasez de agua a través de la diversificación de fuentes, la inversión en infraestructura y una gestión eficiente del recurso. La cuenca del río Maipo debe prepararse para estos desafíos mediante políticas públicas innovadoras y el compromiso de todos los sectores involucrados”.