El deshielo es un proceso natural que tiene como consecuencia el derretimiento de la nieve y del hielo acumulados en invierno en la alta cordillera. En un país afectado por la escasez hídrica desde hace 15 años, como le sucede Chile, entender su función resulta clave para planificar, gestionar y asegurar el agua que sostiene a la vida de personas, así como actividades productivas y ecosistemas.

En términos simples, el agua en forma de nieve y hielo que se acumula en cordillera durante el invierno es una gran alcancía de agua dulce en la naturaleza, los que luego se transforma en agua en ríos y esteros, normalmente con mayor fuerza a partir del mes de septiembre en adelante, permitiendo un flujo sostenido en los ríos que cuentan con este tipo de reservas, pudiendo a su paso alimentar lagos y recargar acuíferos, todo ello en la época que el calor aumenta y las lluvias escasean.

En la Región Metropolitana, gran parte de la provisión de agua depende del ciclo cordillerano de acumulación y derretimiento de nieve, en un proceso que alimenta principalmente a la cuenca del río Maipo, fuente esencial para el consumo humano y para la actividad productiva del país .

Sin este aporte, la ciudad, que reúne a cerca de ocho millones de personas, quedaría expuesta a un estrés hídrico severo y el sector agrícola, con alrededor de cien mil hectáreas, vería comprometido su riego. En pocas palabras, el deshielo asegura agua cuando la lluvia ya no está, y con ello mantiene en pie la vida urbana, cultivos y ecosistemas.

Sin embargo, la alteración de este proceso natural y la menor acumulación de nieve y hielo en las últimas décadas, producto de las consecuencias del cambio climático, ha generado una creciente preocupación a nivel mundial. Entre los efectos se observan caudales más bajos en verano, pudiendo afectar al abastecimiento de agua potable y al riego, y también reduciendo la capacidad de recarga de acuíferos. El retroceso de glaciares, es otro elemento que preocupa, porque reduce una importante reserva de agua dulce, esencial especialmente en años secos. El resultado es un sistema más vulnerable, con ventanas de déficit más frecuentes y prolongadas, coincidiendo con períodos de demanda más alta.

Cuidar el agua es una condición para el desarrollo de la región y para nuestra seguridad alimentaria. Necesitamos usar cada gota con responsabilidad en los hogares, la industria y el agro, para asegurar que contemos con el recurso que sostiene a millones de personas y a la actividad que da vida a esta zona. Para ello, el trabajo conjunto y mancomunado de toda la cuenca del Maipo es fundamental” señaló Luis Baertl, presidente de la Junta de Vigilancia del Río Maipo primera sección.

 

 


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