- Los acuerdos alcanzados al alero de la Junta de Vigilancia del Río Maipo Primera Sección (JVRM) entre la empresa sanitaria y los regantes; y de la Junta de Vigilancia de la cuenca del Río Biobío (JVBB) con la empresa eléctrica, son ejemplos exitosos de cómo la búsqueda de consenso entre diversos actores puede garantizar la disponibilidad de agua para todos los usuarios.
Desde hace ya más de una década que Chile se ve fuertemente afectado por la escasez hídrica, por lo que la gestión eficiente del agua ya no es solo un desafío técnico, sino más bien un imperativo. En este punto, el diálogo y la colaboración entre sectores, a menudo con intereses contrapuestos, se convierten en la clave para construir un futuro hídrico sostenible y las experiencias de la Junta de Vigilancia del Río Maipo Primera Sección (JVRM) y de la Junta de Vigilancia de la cuenca del Río Biobío (JVBB) son un testimonio de cómo el trabajo mancomunado puede marcar la diferencia en la gestión del recurso hídrico.
En el caso del río Maipo -cuya Junta de Vigilancia administra y distribuye el agua para para más de 7 millones de habitantes, la producción agrícola y generación hidroeléctrica de la Región Metropolitana- fue en 2021 cuando se impulsó y concretó el acuerdo entre Aguas Andinas y las asociaciones de regantes de la primera sección del río Maipo, que, entre otros puntos, contempla que estos últimos cedan una parte del agua que usan para el riego de cultivos para abastecer de manera prioritaria el consumo humano.
Gracias a esta colaboración, el embalse El Yeso ha mantenido altos niveles de agua, alcanzando en varias ocasiones su total capacidad, asegurando el abastecimiento de agua para el Gran Santiago y logrando el necesario balance entre el consumo humano y el uso agrícola. Las cifras indican que durante el último año, el 20% del agua consumida por la capital provino del aporte de los regantes.
“Este acuerdo refleja el impacto positivo del trabajo conjunto y los resultados lo demuestran. Lo más destacable es el trabajo colaborativo y mancomunado que logramos, porque concurrimos a dar respuesta a un problema importante para la región, como es el abastecimiento de agua para consumo humano. Este sistema le permite a la sanitaria ganar tiempo para adecuarse a la demanda de la ciudad. Hay que considerar que la cuenca no tiene dónde más reservar agua” señaló Luis Baertl, presidente de la JVRM.
Otro ejemplo de cómo el diálogo permite obtener resultados positivos está en la región del Biobío, donde por quinto año consecutivo la JVBB firmó un acuerdo con Enel Generación Chile que establece que esta última, junto al Coordinador Eléctrico Nacional (CEN), se encargarán de gestionar el Embalse Ralco, de manera de mantener cierto nivel que permita regular las extracciones de agua. Con esto, se abastecen plenamente los requerimientos sanitarios, industriales y de riego en la cuenca del río Biobío. También se contempla que los usuarios agrícolas, agrupados en las Asociaciones de Canalistas y Comunidades de Aguas, comprometen la optimización del ahorro de agua, utilizando el recurso hídrico de manera más eficiente.
Este acuerdo asegura el abastecimiento de agua potable para las provincias de Biobío y Concepción -que suministra agua para alrededor de 1 millón de personas, la generación de energía limpia, el riego de 100 mil hectáreas y el suministro de decenas de bocatomas industriales- durante los meses de menor disponibilidad de agua. Por otra parte, en los días de intensas precipitaciones del pasado invierno, el embalse permitió disminuir el caudal de las crecidas en 1500 m3/s. Se trata de un acuerdo que beneficia a múltiples sectores porque permite extender el uso del caudal embalsado y optimizar el recurso hídrico, convirtiendo un embalse mono propósito en uno multipropósito.
Juan Vallejos, presidente de la JVBB, destacó que “este acuerdo rompe paradigmas antiguos y demuestra que cuando nos sentamos a dialogar y coordinamos nuestras acciones, podemos alcanzar soluciones que beneficien a toda la cuenca del río Biobío. Hemos logrado un sistema que garantiza seguridad hídrica, eléctrica y alimentaria, incluso en condiciones extremas”.
Ambos casos representan un cambio de paradigma en la gestión del agua en Chile, donde la búsqueda de consenso es fundamental para cumplir con la función de gestionar el agua disponible. Las experiencias de la JVRM y de la JVBB refuerzan que, con voluntad de diálogo y una gestión colaborativa, es posible priorizar el bienestar de la comunidad, al tiempo que protege el equilibrio entre los distintos usos del agua.